miércoles, 30 de septiembre de 2009

Como hablar, déjame y montañas rusas

Hay momentos en el día que...



En cambio poco después...



y al ratito vuelta a empezar el bucle

¡¡¡VIVA LAS MONTAÑAS RUSAS!!!

sábado, 26 de septiembre de 2009

El universo sobre mí

Los turnos de noche dan para desvaríos varios. Sobre todo de cabeza. Para una persona que no es muy estable emocionalmente que se diga, la ruptura de los ciclos normales del ser humano provoca que la montaña rusa tenga subidas y bajadas cada vez más pronunciadas. Cuando además acumulas dos semanas consecutivas, la segunda empieza a ser un no parar de ideas extrañas que bullen en tu cabeza y te sumergen en una espiral extraña que encima acaba por no disgustarte del todo.

Todo eso viene a que esta noche estoy terminando ese ciclo de dos semanas de trabajo nocturno que me sobreviene cada siete semanas y mi cabeza bulle de una mezcla de desesperanza, miedo, dolor, euforia y locura. Como veis una mezcla un poco extraña.

La cosa está en que me encuentro en una situación vital un tanto extraña. Me encuentro un poco solo. Y no es que mis amigos hayan desaparecido, ni siquiera que tengo malas relaciones con mis compañeros de trabajo. Simplemente es una soledad de espíritu. Como saben algunos de los que me conocen más desde hace unos meses me encuentro fuera de lugar. Simplemente mi cuerpo y mi cabeza me piden una serie de experiencias vitales que quedan bastante lejos de las necesidades de la gente que me rodea. Hay veces que soy capaz de arrastrar a la gente a hacer cosas extrañas que no les apetece mucho (por no decir nada), pero no me gusta abusar. Muchas veces me pregunto por qué no tendría estas necesidades vitales hace cinco o diez años, cuando posiblemente encontraría más gente dispuesta a seguirme en mis peregrinas ideas, pero eso ya no tiene solución.

Igual es que he despertado de un letargo en el que me había sumido hace ya muchos años y que habría lastrado (o cambiado) mi juventud y que lo mismo que provocó ese letargo, ese encierro interno ha provocado esta explosión de los últimos meses. Lo único que tengo claro es que ahora los fines de semana en casa viendo series y leyendo no son una opción; las vacaciones sin moverme de la ciudad tampoco lo son y los domingos por la tarde que no hay resaca sin hacer nada en casa son un asco. Y la bicicleta me ha venido bien para esos momentos durante toda la época de verano. Pero ahora llega el frío a esta bendita ciudad y con nuestro amigo el cierzo, la bicicleta no es una opción…

Y esa maldita frase, mala excusa, que llevo escuchando desde hace muchos años por distinta gente: “Es que eres buena persona…”. Ya lo dijo el Loco, “las buenas chicas prefieren chicos malos para soñar”.



Quiero vivir
quiero gritar
quiero sentir
el universo sobre mi
quiero correr en libertad
quiero encontrar mi sitio


Una broma del destino
una melodía acelerada en una canción que nunca acaba
ya he tenido suficiente
necesito alguien que comprenda
que estoy sola en medio de un montón de gente
que puedo hacer

AMARAL

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Reality Bites

El despertador volvió a sonar a la hora de siempre. La hora de siempre esa semana, claro, porque el trabajo a turnos no le permitía despertarse dos semanas seguidas a la misma hora. Eran las cinco y media de la mañana y la ciudad no había comenzado todavía a desperezarse. Como toda la semana fue de manera mecánica a la cocina para tomar su tazón de leche con dos magdalenas, al baño para ducharse y lavarse los dientes y acabó en su cuarto poniéndose el uniforme de trabajo. A las seis y cinco, como todos los días, cerraba la puerta de casa y bajaba a por el coche.

Trabajaba en las afueras de la ciudad, en un polígono industrial, y, también como siempre, llegó el primero, tan sólo su jefe estaba en el almacén. Saludó, recibió las órdenes del día y fue a saludar a su compañero del turno de noche para que le dijera como quedaba todo y se fuera a dormir.

Aquel viernes transcurría con la misma normalidad de todos los días. Un compañero y él controlaban la máquina que, afortunadamente, no daba problemas. A éso de las once de la mañana llamó ella. “¿Te apetece un café?”.”Claro”. Realmente le jodía la situación. Estaba perdidamente enamorado de ella desde hacía mucho tiempo, pero nunca había sabido qué le pasaba por la cabeza. Hubo una época en que creía que ella le correspondería, pero siempre le cortaba cuando él quería profundizar, así que había decidido cerrar de nuevo su corazón y tratar de obviar esos sentimientos. Creía que ella tenía tanto miedo como él a comenzar una relación, que había tenido también una mala experiencia que la había cerrado en banda, pero nunca se atrevía a decírselo. En definitiva, eran amigos desde tiempo antes que todo estallara en su mente y no quería que dejara de ser así, por lo que fue a tomar el café con ella. Cuando acabaron e iban cada uno a su oficina, ella se volvió y le dijo: “A la salida espérame”. “¿Para qué?”. “Hablamos”, respondió ella escuetamente.

No le dio mucha importancia a esas palabras. Igual quería quedar ese fin de semana para tomar un café y echar unas risas, o simplemente quería tocarle las narices como hacía cuando estaban juntos. Cuando acabó la jornada laboral, salió y esperó. Ella tardaba en salir y se estaba cansando, pensando ya en irse para su casa, pero esa chica seguía atrapándole lo suficiente como para esperarla. Así que aguantó hasta que ella salió. Se había cambiado y se había quitado el uniforme, demostrando lo guapa que podía estar con ropa de calle. Se pusieron a hablar y fueron hacia los coches. Y de repente, sin saber por qué, ella se le acercó y le besó. En un principio no supo como reaccionar, tanto que notó como ella iba a separarse, por lo que reaccionó y la tomó cariñosamente del cuello para corresponder al beso.
El mundo se paró a su alrededor. Podía captar como sus compañeros que iban a coger el coche se quedaban mirándolos, entre sorprendidos y contentos, y como en los ventanales de administración se acumulaba la gente para ver qué estaba pasando. Pero a él le daba igual, cuando creía que era imposible, que era un simple sueño, estaba besando a la niña que le traía loco desde hacía unos meses.

Se separaron y la miró, queriendo preguntar. Quería saber qué es lo que había cambiado, qué es lo que había pasado, qué había en la mente de su niña. Ella intentó hablar, pero lo único que consiguieron fue fundirse en un nuevo beso…

El despertador volvió a sonar a la hora de siempre.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Tira los dados

Charles Bukowski era un borracho, lo que en la sociedad de hoy llamaríamos un perdido de la vida. Quizás era así. Pero éso le convertía en un descriptor brutal de la realidad de la vida, con una visión realista y descarnada de lo que le rodeaba, en definitiva de la vida. Era un tipo que con 49 años decidió dejar un trabajo bien remunerado pero aburrido en una oficina de correos para intentar vivir de la escritura... y lo consiguió.
Y, quizás como declaración de intenciones, escribió este maravilloso poema que lleva un par de días dando vueltas por mi cabeza. Habrá que hacerle caso...

Si vas a intentarlo, ve hasta el final.
de otro modo, no empieces siquiera.

Si vas a intentarlo, ve hasta el final.
tal vez suponga perder novias,
esposas, parientes, empleos y
quizá la cabeza.

Ve hasta el final.
Tal vez suponga no comer durante 3 ó 4 días.
Tal vez suponga helarte en el
banco de un parque.
Tal vez suponga la cárcel,
tal vez suponga mofas,
desdén,
aislamiento.
El aislamiento es la ventaja,
todo lo demás es un modo de poner a prueba tu
resistencia, tus
auténticas ganas de
hacerlo.
Y lo harás
a pesar del rechazo y las
ínfimas probabilidades
y será mejor que
cualquier otra cosa
que pudieras imaginar.

Si vas a intentarlo,
ve hasta el final.
No hay sensación
parecida.
Estarás a solas con los
dioses
y las noches arderán en
llamas.

Hazlo, hazlo, hazlo,
hazlo.

Hasta el final.
Hasta el final.

Llevarás las riendas de la vida hasta
la risa perfecta, es
la única lucha digna
que hay.