sábado, 17 de julio de 2010

La boda de mi mejor amiga

El sábado que viene, a estas horas, Emma estará casada. Algunos habituales recordareis a Emma. Es mi mejor amiga mujer, la culpable de que Amy se metiera en mi cabeza y de otras muchas cosas. Pero sobre todo es una de las personas con mejor corazón que conozco. Aunque a veces le cueste demostrarlo. Aunque a veces quieras matarla cuando se le escapa ante otros algo que le has contado. Aunque a veces le guste demasiado meterse en tu vida con la intención de ayudar y lo complique más. Pero da igual. Fue la primera (y casi única) persona que en el trabajo se dio cuenta de mi estado cuando mi vida se iba por la borda. Y fue quien puso más cosas para intentar ayudarme. Siempre tenía una palabra agradable y hemos acabado cogiendo la costumbre de regalarnos libros. Y por supuesto, para su boda le he regalado uno. Quizás el más evocador que he leído últimamente.
Emma siempre dijo que nunca se casaría. Que no creía en esas cosas y que se conformaba con vivir con aquel que amaba y le amaba. Hasta que un día hace casi un año, de charla, como si nada, nos comentó a Amy y a mí que se casaba. Amy casi se atraganta y a mi me dio la risa. Pero resulta que era verdad, que cuando todos le habíamos dado por imposible (hasta su futuro marido) ha decidido casarse. Y no sólo casarse, no. Sino hacerlo ¡en la Basílica del Pilar! Carlino tiene la teoría de que cuando vaya a entrar en la basílica el cielo se oscurecerá y empezarán a verse rayos y sonar truenos.
Y aunque no me guste ir a las bodas, me resulten descorazonadoras, me aburran soberanamente, el sábado a mediodía estaré en la Basílica del Pilar. Porque pocas veces en la vida se casa una buena persona. Y menos veces todavía uno puede presumir de que sea su amiga.

P.D.: Ha prometido que no nos va a hacer tíos. Pero también prometió que nunca se casaría...

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