miércoles, 25 de mayo de 2011

Aquellos días de Mayo...

Llevo con ganas de escribir sobre lo que ha ocurrido en este país a lo largo de los últimos diez días, pero no me atrevía por varias razones. La principal es que este blog no es político. Evidentemente yo tengo mis ideas, y me encuentro más cercano a una ideología que a otra, pero ese no es el tema del que trata este blog y nunca he querido que se inmiscuyera en todo esto.

Pero creo que lo que ha pasado en este país, que ya veremos a dónde nos lleva, es una de las cosas más importantes (y necesarias) que han ocurrido desde que acabó la transición. Porque, y es una opinión muy personal, la situación ha llegado a un punto de deterioro que es insoportable. Nos hemos encontrado con dos partidos mayoritarios que ningunean de manera escandalosa al ciudadano, al que solo quieren para que introduzca una papeleta con su nombre en la urna. Están acomodados a alternarse en el ejercicio del poder cada cierto tiempo y no les preocupa mucho más. Y desde luego no les preocupa aquel al que dicen servir (cuando más bien es aquel que utilizan para servirse). Tenemos una serie de partidos minoritarios cuya única aspiración es que en una alternancia entre los partidos mayoritarios, estos les necesitan para conformar una mayoría y conseguir un sillón a través del cual servirse de los ciudadanos.

Y luego está la corrupción. En todos los partidos de todos los colores. Se hace gala de ella obscenamente y se permite que vuelvan a optar al cargo gente que se encuentra imputada por un delito. Y no estoy hablando solo del caso más famoso, Camps y la Comunidad Valenciana. Estoy hablando de que todos los partidos (y subrayo lo de TODOS) han presentado imputados e incluso condenados en sus listas sin ningún tipo de pudor ni vergüenza. Se escudan en las listas cerradas, uno de los mayores cánceres de esta democracia y que permite que nadie sepa nada de la mayoría de las personas a las que está dando su voto, que existe un porcentaje mayoritario en los parlamentos y ayuntamientos de España de gente que no ha dado la cara ante el ciudadano para decir qué es lo que va a hacer por él (o qué es lo que dice que va a hacer por él).

El movimiento surgido de las manifestaciones del 15 de mayo tiene su punto débil en aquello mismo que le hace fuerte, su heterogeneidad, pero era un movimiento necesario para despertar a los ciudadanos de este país y hacernos ver que no nos podemos quedar cruzados de brazos ante los ladrones de guante blanco que dicen servirnos, cuando lo único que hacen es servirse. Todos tenemos que tener claro que esto va a ser una carrera de fondo, que los objetivos de limpiar toda la basura que se acumula en nuestro sistema no es tarea que se consiga en dos días, y que los resultados que han dado las urnas el pasado domingo, aunque sean una confirmación de todo lo malo que tiene el sistema, han permitido intuir un rayo de esperanza. Porque los partidos mayoritarios suman juntos menos que la última vez y ha habido un aumento espectacular del voto en blanco y el voto nulo, que indica directamente el hastío de la gente con este sistema, que es mejor que otros, pero que es manifiestamente mejorable.

Y no quiero terminar sin hablar de los medios de comunicación: ni se han enterado de lo que pasaba ni se han querido enterar. Porque, posiblemente, se encuentran muy cómodos en el sistema actual y tienen tanto miedo como los partidos políticos a que algo cambie.

sábado, 14 de mayo de 2011

La soledad de los números primos

Hay a quién no le gusta el final. A mí me parece perfecto, consecuente con todo lo que hemos leído hasta el momento, consecuente con la psicología, con el sentimiento de Mattia.
Me imagino que nos pasa a todos. Hablo del hecho de sentirnos identificados con los protagonistas de las historias que nos gustan, que nos atraen. Pero la definición mía ante esta historia no es que me haya gustado, es más bien que me he introducido en ella. He sentido más que una identificación con Mattia, más que una simpatía con él, con una persona que se ha acostumbrado a su mundo interior, con una persona que ha aprendido a amar la soledad.

Mientras leía y veía las dificultades de Mattia para afrontar las relaciones sociales, retrocedía a mi pubertad, a mi adolescencia y a la juventud que me resisto a abandonar. ¿Por qué todo es tan difícil? Recordaba sentimientos como los de Mattia cuando Alice se le acercaba y se sentaba a su lado. ¿Qué debo hacer ahora? Ahora se supone que... Sensaciones y respuestas que nunca supe interpretar, que nunca supe afrontar, que nunca supe encontrar.
Hizo que muchas preguntas asaltaran mi mente. ¿Cuántas veces me encontré en la misma situación? ¿Cuántas veces tuve una Alice que quizás se sintió atraída por mí y a la que no supe corresponder por falta de comprensión, miedo o qué sé yo?

Hacía tiempo que un libro no me llegaba dentro, no despertaba dentro de mí una reacción nuclear de tal magnitud. Hacía tiempo que al cerrar las tapas, un libro no se quedaba recurrente en mi mente, imaginando la vida de sus protagonistas fuera de la celulosa del papel. Hacía tiempo que no tenía la necesidad de dejar de leer para que el libro no se terminara nunca. De hacer más lentos mis avances en la lectura sólo para lograr el imposible de no llegar a la última página y no tener que despedirme de Alice y de Mattia.

Y ahora, una vez acabado el libro, quiero creer que Mattia sigue su vida en esa ciudad del Norte de Europa y tengo la necesidad de buscar un blog suyo, unos escritos suyos, cualquier cosa dónde me cuente como disfruta de su vida en soledad. Porque sé que está disfrutando de su soledad y que Alice no va a ser nada más para él que una amiga, su amiga. Porque sé que si hubiera acabado con Alice no sería feliz, esas cosas tan complicadas desestabilizarían su vida y la llevarían al abismo.

Realmente, el libro no podía tener otro final sin traicionarse a si mismo y a sus personajes.