Lo que más le dolía de su vida no era que aquello no hubiera funcionado. Lo que más le dolía era que nunca fue capaz de preguntarle por qué no había funcionado.
En una mano el móvil con su número marcado. En la otra su foto. ¿Para qué llamarla ahora? Saltó y el dolor desapareció para siempre.
La leyenda del montañero solitario
Hace 2 años