jueves, 19 de noviembre de 2009

Forrest Gump

Readaptando mi vida a toda la situación que me rodea, me ha dado por pensar en la película que titula el post. Primero tengo que aclarar que es una película con la que nunca pude. Todo lo que hace gracia a la gente de Tom Hanks, a mí me resulta insufrible. Al tipo éste, el Forrest Gump le daría una patada que lo mandaría a Australia. Y no seáis mal pensados, no es por su deficiencia, sino porque me parece el típico molón que tanto le gusta a los americanos y que está por encima del bien y del mal. Y esa gente no me gusta. Soy así de raro.

Nada, que ya me he ido por las ramas de nuevo. La cosa es que me ha venido a la mente por una de las frases más famosas de la película, y que tengo que reconocer que es una de las que más sabiduría encierran:

“La vida es como una caja de bombones”

Al final de lo que te habla es de las casualidades que van cruzándose en tu vida, que nunca sabes cuál va a ser, y que hacen que de un día para otro las cosas no vuelvan a ser igual.

Y me ha dado por pensar que mi vida también está llena de ellas. Si no me hubiera inscrito en aquel viaje a Checoslovaquia (este dato ya da idea de mi juventud… :-p) pocos días antes de que empezara y por la insistencia de unos amigos no la hubiera conocido, no me hubiera enamorado por primera vez e igual hubiera aprobado y salido antes de instituto. Si en una conversación intrascendente a primeros de Agosto aquella persona no me hubiera dicho que no había límite de plazas en Historia, lo que me llevó a dejar las Geológicas y comenzar aquello que me gustaba de verdad. Si aquel día en París no me hubiera quedado dormido, por lo que llegué tarde a la oficina de alquiler de pisos y conocí a aquella gente que me hizo la estancia un poco más fácil. Si mi compañero en la competición por el puesto en la empresa no hubiera perdido la cabeza y forzado su despido para que le sustituyera Emma. Si aquella semana antes de Semana Santa no le hubiera cambiado el turno a mi compañero para ir de noches y no hubiera congeniado con ella recién vuelta de Madrid. Si aquella noche de despedida de mi jefe hubiera hecho lo sensato y en vez de ir al bar a emborracharme con ellas me hubiera quedado en casa porque entraba a trabajar a las seis y media de la mañana al día siguiente. Si aquella mañana de domingo de resaca no hubiera encendido el móvil y recibido a los dos minutos la llamada para comer con ellas. Si el día que perdí el conocimiento en el baño me hubiera caído dos centímetros más a la izquierda y hubiera dado con mi nuca en la esquina del bidé…

Por eso, cada día sigo abriendo mi caja de bombones para saber que me depara la vida. Nunca se sabe cuando llegará lo bueno…

P.D.: Recuerdo ahora dos películas que giran en torno a casualidades. Una que es una pequeña tontería agradable, "Serendipity". La otra está directamente entre las cinco películas que nunca me canso de ver: "Los amantes del Círculo Polar".

3 comentarios:

satrian dijo...

Lo peor son las casualidades causales que acaban provocando algo, sobre todo si es malo, pero hasta de lo malo hay que aprender, pero el trago amargo no es nada agradable.

Irene Jansen dijo...

Jo. Cuando leo mis blogs habituales, a veces siento la sensación de "en una cafetería pasaríamos horas hablando, probablemente tendrían que cerrar y seguiríamos hablando, caminando por la ciudad, cuando todo el mundo duerma". Y contigo me pasa casi siempre. Comparto tus comentarios sobre las películas, y tu sensación sobre las casualidades. Por cierto, se te escapa otra película no muy buena pero interesante al menos... Dos vidas en un instante.

Probablemente te copie la idea para un post. Besos.

hesisair dijo...

Satri - De todo se aprende. Carpe Diem!!!
Irene - Te podría pasar el nombre de tres o cuatro personas que han vivido esa situación conmigo y yo con ellas, hablando de la vida o simplemente arreglando el mundo.
Recuerdo esa película, en su época la vi por Gwyneth Paltrow y no me disgustó, me pareció interesante, sobre todo la premisa aunque luego el desarrollo fuera irregular.