Cuando estás lejos tengo ganas de ti. De saber cómo te va, de tu risa, de tu sonrisa, de perderme en tus ojos verdes, de acariciarte y arroparte en el sofá de tu casa.
Cuando estoy contigo me avergüenzo de tener ganas de ti. Porque eres tan dulce, tan amable, que no sé por qué juego a imaginar y arriesgarme a que dejes de estar ahí.
La leyenda del montañero solitario
Hace 1 año
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