jueves, 14 de abril de 2011

Reencarnación

Se había despertado tumbado en su cama, con una sensación extraña. No recordaba nada sobre lo ocurrido antes de quedarse dormido, e incluso tenía la sensación de que no había ocurrido realmente nada. Lo único que si recordaba era su nombre.
En la mesilla se encontraba un billete de tren para media mañana. Extrañamente su origen era sólo “Estación” y en el lugar del destino solo se veía un grupo de números: 121212. Pegado al billete había una nota escrita en un post-it que decía “llegar con tiempo suficiente y sin equipaje”.
Tenía tiempo de sobra, así que se lavó y duchó tranquilamente y se dispuso a desayunar. Cuando terminó, se dio cuenta de que si conocía dónde estaba la estación, pese a no saber cuál era la población en la que se había despertado.
Cavilando sobre ese tema se acercó a la estación y comprobó que eran muchísimos los viajeros que se encontraban allí. Miró el tablón de salidas y llegadas y sorprendido se percató de que su tren era el único que salía listado. También le sorprendió ver que con la cantidad de viajeros que había, ninguno parecía conocerse y guardaban un profundo silencio. Más sorprendido se quedó cuando al intentar entablar una conversación con uno de ellos tuvo la sensación de quedarse en blanco y no fue capaz de hacerlo.
Cinco minutos antes de la hora, un tren paró en el andén, y todos los que se encontraban esperando comenzaron a entrar, en silencio absoluto. Él siguió a la masa y entró en uno de los vagones para buscar su asiento. Lo encontró rápido y pronto se encontró rodeado de varias personas que también tenían adjudicada la misma zona.
Sentada delante suyo se encontró a una mujer. Extrañamente se sintió atraído por ella. Tenía el pelo largo, castaño, con unos preciosos ojos verdes. Se quedó absorto mirándola, sin razón aparente no podía fijar su mirada en otro lado, hasta que ella le dijo: “Para que te enamores de mí y yo de ti todavía nos quedan muchos años”. La miró extrañado sin entender lo que le acababa de decir, pero cuando le iba a preguntar escuchó la megafonía que decía: “12 de diciembre de 2012, los que nazcan este día se preparen para la salida”.

Una luz cegadora le golpeó en los ojos y comenzó a llorar. No sabía quién era, dónde estaba ni qué había pasado antes. Acababa de nacer a la vida. Ella le esperaba en el futuro, aunque él había dejado de saberlo.

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