Existe una zona olvidada por todos dentro de esta tierra aragonesa que es la provincia de Teruel. Y dentro de esta provincia se encuentra la comarca más maravillosa que uno se pueda encontrar, el Matarranya. Cuna de mi familia paterna y lugar de largos veranos en mi infancia. Y al lado de esa comarca se encuentra otra, el Bajo Aragón. Y en este se encuentra el pueblo de Calanda, conocido mundialmente por ser la cuna de uno de los más grandes directores de cine que ha dado el mundo: Don Luis Buñuel.
Es una comarca de tambores. La Semana Santa se celebra con el toque del tambor y tiene su punto culminante en el acto de "Romper la Hora". En todos los pueblos de la comarca se hace el Jueves Santo a las doce de la noche. Calanda es especial. Calanda lo hace el Viernes Santo al mediodía. Y este viernes me acerqué de nuevo, porque hacía ya muchos años que no iba.
Y el momento sigue siendo mágico. En una plaza del pueblo abarrotada, cuando quedan dos minutos para el mediodía se hace el silencio. No se oye ni una mosca. Y cuando la torre del iglesia empieza a tocar las campanadas, de repente, se rompe el silencio con todos los tambores sonando al unísono tal y como seguirán haciéndolo hasta las dos de la tarde del día siguiente.
Y difícilmente se puede explicar con palabras los sentimientos que le recorren a uno cuando se produce la Rompida. La emoción te embarga y la carne se pone "de gallina". El corazón se sobrecoge y te das cuenta de que estás viviendo un momento mágico, algo inolvidable. Y aunque ya lo hayas vivido muchas veces, cada vez que presencias como rompen la hora, los sentimientos son los mismos. Y da igual que seas religioso o no. Ésto no va de éso. Buñuel era un ateo confeso, pero llevó los tambores de su pueblo por todo el mundo, llegando a introducir su sonido en alguna de sus películas. Porque la Rompida trasciende la religiosidad, es, simplemente una forma de vida.
Y de éso te das cuenta cuando ves a niños que casi no se tienen en pie tocando su tambor, a chicas que casi no puede con su bombo tocando con emoción, a ancianos que esperan ese día y hacen un esfuerzo para seguir tocando su tambor. Y te das cuenta cuando ves los nudillos ensangrentados por el roce con el bombo, y como todos ellos tienen sobre la piel las manchas de sangre seca de las Rompidas de otros años.
Y sabes que estás en un sitio especial en un momento especial. Y te vas de Calanda sabiendo que más pronto que tarde volverás otro Viernes Santo a sentir como todo el pueblo unido rompe la hora. Y sé que tú, mi futura, vendrás un día conmigo a verlo y a emocionarnos juntos.
Las fotos son mías, de la Rompida de este año. El vídeo, no, de éso me ha proveído en YouTube el usuario Pacotto.
La leyenda del montañero solitario
Hace 1 año
2 comentarios:
Es cierto que trasciende a la celebración religiosa, es un momento muy emocionante, yo fui de niño y no he vuelto, algún año tengo que repetir.
@satrian- Son los escasos momentos en la vida en los que uno entiende el fervor religioso de la gente...
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