lunes, 26 de julio de 2010

París (II)

¿Qué puedo decir de París que no sea manido, repetido, escuchado cientos de veces? No, no me voy a creer tan importante como para prometeros algo nuevo sobre la ciudad de Nôtre Dame o la Sainte-Chapelle. París fue cinco meses de mi vida hace diez años, y desde entonces ha sido mucho más. Desde entonces ha sido la primera ciudad que se me ocurre cuando me planteo unas vacaciones, la ciudad a la que quisiera llevarle a ella sea quién sea, la ciudad en la que todo da igual mientras paseas por la île de Saint-Louis.


Robert Doisneau, el autor de la fotografía que ilustra esta entrada, retrató como nadie el París de la segunda mitad del siglo pasado, la vida cotidiana de sus gentes, el ambiente que rodea a toda la ciudad. Pero sobre todo retrató el amor que se desborda por cada uno de los rincones de la ciudad, las parejas que van juntos a la compra o a esa cita en la que soñarán con que la vida les siga sonriendo eternamente.
Este Septiembre, como una pequeña parte de mis vacaciones pasaré unos días en París, respirando ese ambiente, imaginando el París de Doisneau cuando pasee por la colina de Montmartre, oliendo el amor que está en el aire en cada uno de los rincones de la ciudad, y recordando que una vez viví al lado de los Champs-Elysées.
Y quisiera que ella se diera cuenta y viniera conmigo, quisiera que fuéramos protagonistas de una estampa de Doisneau. Porque si París cuando la disfrutas en solitario es la ciudad más maravillosa del mundo, no quiero ni pensar lo que será cuando se la enseñas a quién consigue habitar tu corazón...

2 comentarios:

Cristina dijo...

Jo, qué bonito.

hesisair dijo...

Gracias chiquilla!!!