jueves, 19 de agosto de 2010

Cita a ciegas (II)

Cuando preguntó con un enfado difícil de disimular quién era, le contestó una voz de mujer. Sin haberse recuperado de la sorpresa, esa voz comenzó a abroncarlo por haberla dejado tirada esa noche y hacer que tuviera que aguantar a una pareja de enamorados babosos. “¿Cómo has conseguido este teléfono?”. “Tu amigo, harto de aguantar mis caras largas me ha dicho que te llamara”. "Mataré a Javier en cuanto lo vea…", pensó para sí mismo. “Bueno, ¿qué estás haciendo?”. Tenía que reconocer que esta chica le echaba cara, pero seguía sin apetecerle salir de casa. “Mira, ahora estoy cansado y sin ganas, pero mañana os venís los tres y os invito a comer en casa”.

Nunca creyó que fuera capaz de decir eso, menos a una desconocida, él mismo sintió como si hubiera sido otra persona la que hubiera hablado, pero lo peor fue cuando ella dijo: “A las dos estamos allí”, y colgó.

Aquellas palabras le despejaron inmediatamente. Se levantó del sofá de un brinco y fue corriendo a su cocina a ver que tenía. La cocina estaba casi vacía y los nervios empezaron a aflorar en él. “¿Cómo puedo estar tan nervioso? Si no me importa nada y tengo cero ganas de aguantarla”. Pero había un irracional miedo que había entrado dentro de él y que no podía quitárselo. Optó por echarse a la cama y dormir, era incapaz de pensar ni siquiera en unos huevos fritos, ya pensaría el menú por la mañana. Pero aquella noche no pudo dormir…

Continuará...

No hay comentarios: